No des gracias a Dios por las circunstancias. Sé agradecido EN LA CIRCUNSTANCIA. Es ahí donde radica la verdadera actitud de un creyente.
Una vez lo aprendí así. No soy el mejor ejemplo en nada y para nada, pero quiero contarte algo personal: En una ocasión en medio de un proceso difícil, sabía que Dios lo estaba permitiendo por algo importante, pero honestamente no entendía la razón. Comprendí que Dios quería enseñarme algo, pero mi torpeza no me dejaba ver cual era la enseñanza.
Cuanto menos entendía, más dura se hacía la prueba y, en medio de ella esbocé más de una queja y desesperación. Estas dos actitudes ralentizaban mi bendición.
En medio de esta tormenta entendí que a Dios no se le pregunta ¿porqué? Sino ¿para qué? Entonces, cuando creí que ya había aprendido la enseñanza me alegré mucho por un instante. Sin embargo, la prueba encrudeció y de nuevo me quejé. Poco tiempo después, en medio del llanto al entonar un cántico basado en el Salmo 23 que dice: “El Señor, es mi pastor, nada me faltará” mi corazón se sintió tranquilo al saber que Dios estaba conmigo en medio de aquella adversidad. Y ahí, justo en ese momento, en una fría, pero fría noche de invierno con temperaturas de -17° y siendo de madrugada y en la calle (orando y alabando) di gracias a Dios por estar conmigo y mostrarme su amor aunque la prueba no hubiera terminado.
Entonces dije: “Señor, gracias. Muchas gracias por la prueba en la que estoy, era necesaria. Es más Señor, que dure lo que deba durar, hasta que aprenda. Pero gracias por permitirla, porque sé que de ella saldré fortalecido” #Cristianismo #enseñanza #Dios
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